Violencia de Género

Diferencia entre violencia de género y violencia intrafamiliar

No es lo mismo hablar de violencia de género y de violencia intrafamiliar porque una apunta a la mujer y la otra a la familia como sujetos de referencia.

Las variadas denominaciones de los malos tratos nos llevan a la confusión y empleamos indistintamente conceptos como violencia de género, violencia intrafamiliar, de pareja, hacia las mujeres o sexista.

La violencia intrafamiliar es la que se produce en la casa, el hogar y la puede ejercer y sufrir cualquiera de los miembros del núcleo familiar, es decir, una madre sobre sus hijos o un nieto sobre su abuelo.

La violencia de género, en cambio, definen, es aquella que se produce contra la mujer “por el hecho de serlo”, tanto dentro como fuera de casa, en el trabajo o en cualquier otro ámbito de la vida pública, señalando además que este tipo de violencia se fundamenta en la supuesta superioridad de un sexo sobre otro y sus manifestaciones son muy variadas.

 

Cuando una mujer es víctima de la violencia por el mero hecho de ser mujer, se debe hablar siempre de violencia de género y no de violencia intrafamiliar.

 

Estas violencias van desde las más evidentes como maltrato físicos y psíquicos, realizados en el ámbito doméstico; las agresiones sexuales; acoso sexual; violación; hasta las más sofisticadas, como la publicidad, ya que proyecta imágenes de las mujeres que no se corresponden con la realidad, utilizando un lenguaje que distorsiona, desvirtúa la realidad, simplificando la imagen de la sociedad y de las personas.

La violencia sobre la mujer ha sido, a lo largo de la historia, legitimada por casi todas las sociedades y culturas. Sin embargo, desde el inicio de los años 90 se empieza a tomar conciencia, en el ámbito internacional, de que este tipo de agresiones que sufren las mujeres por el hecho de serlo, tienen que desaparecer.

En este sentido, no fue hasta 1995, tras la Conferencia de Pekín cuando se puso un nombre específico para definir este tipo de conductas agresivas, desde entonces se denomina violencia de género.

Esa confusión de etiquetas, a veces interesada, contribuye a perpetuar la probada resistencia social a reconocer que el maltrato a la mujer no es una forma más de violencia, que va más allá del ámbito espacial y que tiene como objetivo la sumisión y el control de la vida de las mujeres.

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